lunes, 4 de octubre de 2010

Dr. Frankenstein

¿Quién no se ha sobrecogido leyendo la novela de terror Frankenstein? Ningún otro escrito hasta la fecha de su publicación había mostrado de una forma tan "real" y "científica" que era posible devolver la vida a un cadáver Sin embargo, más allá de la imaginación de la joven Mary W. Shelley, la historia narrada en las páginas de su inmortal obra pudo estar inspirada en hechos y personas reales. Esta es la verdadera historia de los hombres que pretendieron ocupar el lugar de "Dios"...

Dr. Frankenstein

La historia real en la que se inspira
la terrorífica novela

FUENTE: Revista española ENIGMAS, Nº 164.


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La biografía de la famosa escritora Mary W. Shelley recoge que una noche despertó angustiada en medio de una extraña pesadilla: "Vi -con los ojos cerrados, pero a través de una aguda visión mental-, vi al pálido estudiante de artes diabólicas arrodillado al lado de aquella cosa que había conseguido juntar. Vi el horrendo fantasma de un hombre yacente, y entonces, bajo el poder de una enorme fuerza, aquello dio señales de vida y se agitó con un torpe, casi vital, movimiento. Era espantoso (...). La idea había tomado posesión de mi mente de tal manera que el miedo recoma todo mi cuerpo como un escalofrío y traté de cambiar las fantasmales imágenes de mi fantasía por la realidad que me circundaba...".
Fruto de dicha alucinación, la joven comenzó a escribir una novela, sin imaginar siquiera la repercusión que tendría. El episodio de la visión sucedió durante el lluvioso verano de 1816, cuando Mary Shelley, en compañía de su marido Percy Bysshe Shelley, pasaba unos días en una casa alquilada junto al afamado poeta Lord Byron. Durante una de las interminables veladas, los artistas, entre los que estaba el escritor y médico John William Polidori, se retaron a crear una historia de terror... sólo el escrito de Mary consiguió atraer la atención de millones de lectores. Así se gestó Frankenstein o el moderno Prometeo (1818). La trama era cautivadora y herética a partes iguales: un excéntrico científico que robaba cadáveres de los cementerios al amparo de la noche consigue crear una horrenda criatura a la que insufla un hálito de vida.
Pero, ¿se basó Shelley solo en su grotesca visión para escribir la genial novela o por el contrario centró su narración en hechos reales? Algunos especialistas consideran que Mary pudo inspirarse en los macabros experimentos de algunos científicos de las postrimerías del siglo XVIII e inicios del XIX para crear al protagonista de su novela. Por aquellos años no fueron pocos los médicos que abordaron siniestros proyectos para devolver de entre los muertos a los difuntos.

• El galvanismo, ¿ciencia o herejía?
Las primeras pistas para nuestra investigación podemos rastrearlas en la edición de la novela Frankenstein o el moderno Prometeo de 1831, donde la escritora hace referencia, en la introducción, a la extraña ciencia denominada galvanismo, cuyo principal fundamento era inyectar "calor vital" a un cuerpo inerte a través de la electricidad para otórgale cierta vida. Su descubridor y promotor fue el profesor de anatomía de la Universidad de Bolonia (Italia) Luigi Galvani. Aunque hay varias versiones de cómo se produjo el casual descubrimiento, se cuenta que, en 1786, mientras su mujer le preparaba una suculenta sopa de ranas, el doctor observó asombrado la reacción de las patas de los pequeños animales muertos, que reaccionaban como si tuvieran vida, aun estando clavadas en un gancho de hierro.
Los movimientos se producían coincidiendo con las fuertes descargas eléctricas de una tormenta cercana. Intrigado por el extraño efecto que causaba la electricidad sobre un cuerpo inerte, Galvani inició una serie de extraordinarios experimentos para la época. En compañía de sus alumnos acercó un "bisturí" electrificado al nervio ciático de una rana que estaban diseccionando en clase. Ésta se movió como si hubiera recobrado la vida. El estudioso creía que estaba en el buen camino para conocer los secretos del organismo humano.Tras sus primeras evidencias con batracios, Galvani realizó pasmosas pruebas de "resurrección eléctrica" sobre distintos animales muertos, como cabezas de vacas, perros, ovejas y caballos. Con la aplicación de electroshocks en determinadas zonas de los cadáveres, Galvani conseguía diferentes reacciones móviles que dejaban estupefactos a los espectadores, que pensaban que había logrado el milagro de la vida.También efectuó importantes experimentos con cometas utilizando la electricidad originada por las tormentas que a punto estuvieron de costarle la vida. El profesor de la Universidad de Bolonia teorizaba sobre la existencia de una "electricidad animal" que era distinta a la producida poruña máquina y a la originada por la propia naturaleza en los relámpagos. Galvani pensaba que si obtenía esta energía, motor de la existencia según sus ideas, podn'a devolver la vida a un cuerpo muerto.
La fuente motora se hallaría en el cerebro y la electricidad sería transferida por todo el cuerpo a través de las fibras musculares desde los extremos de los nervios. Así, con la publicación de la obra De virí-bus electrícitatis in moto muscularí com-mentarius, nació en 1791 el galvanismo, una pretendida ciencia que pronto se convirtió en un macabro espectáculo. Las pruebas realizadas por toda Europa atrajeron la atención del público hacia la electricidad y pronto se convirtió en un elemento indispensable de los médicos que pensaban podían curar cualquier tipo de dolencia con pequeñas descargas sobre la zona afectada. Sobre todo se le otorgaba un poder revitalizador en enfermedades o males que conllevaban la muerte de tejido, debilitamiento o paralización de miembros.
Pero fue el sobrino de Galvani, Giovanni Aldini, un físico italiano, quien se atrevió a dar el paso que muchos esperaban: probar el galvanismo con seres humanos... ¿podría la incipiente ciencia eléctrica resucitar a los muertos? Era una interrogante que muchos científicos se hacían, pero que pocos se atrevían a realizar...

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Arriba, las ruinas del castillo Frankenstein, en Darmstadt -al sur de Frankfurt-, propiedad de Johann Konrad Dippell, el siniestro personaje que casi seguro inspiró a la escritora Mary Shelley la creación de su Dr. Frankenstein.


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• Experimentos sobre difuntos
Aldini fue mas allá que su célebre familiar cuando en 1803 realizó una prueba en el Real Colegio de Cirujanos de Londres, sobre el cadáver de un criminal ahorcado. Se trataba del reo George Foster, quien tendría el dudoso honor de ser una de las primeras personas a la que se le aplicó descargas eléctricas para ver las reacciones que provocarían en su cuerpo. Ante un nútrido grupo de médicos y naturalistas el italiano procedió a colocar los polos conductores de una batería en la oreja y boca del difunto. De pronto la mandíbula del cadáver comenzó a deformarse horriblemente mostrando muecas inverosímiles e incluso abriendo el ojo izquierdo. Cuando Aldini introdujo el polo en el ano, todo el cuerpo sufrió convulsiones espantosas mientras los espectadores se sobrecogían. Muchos de ellos creyeron tal y como afirmaron a la prensa que Foster había vuelto a la vida durante unos instantes.
La repercusión del experimento hizo que el sobrino del descubridor del galvanismo se hiciera popular en todo el viejo continente y la gente acudiera en masa a ver sus "espectáculos científicos", que se habían transformado en macabras representaciones teatrales donde más de un espectador sufrió desmayos ante los sorprendentes resultados que observaba en los cadáveres.
Un testigo de sus funciones afirmaría: "Aldini, después de haber cortado la cabeza de un perro, hizo pasar una fuerte corriente eléctrica de una batería a través de él; el simple contacto desencadenó terribles convulsiones. Las mandíbulas se abrieron, mostró sus dientes, los ojos se movieron, y si la razón no hubiera detenido a la imaginación, uno casi cree que el animal está sufriendo y vivo de nuevo".
Se especula que una de las personas de la alta sociedad británica que se sintió atraída por el galvanismo fue Percy B. Shelley, que incluso llegó a experimentar con un gato los efectos de la electricidad. No obstante, uno de sus tutores de infancia fue el Dr. James Lint, excéntrico científico escocés que en 1792 había realizado una pionera demostración de galvanismo ante el rey Jorge III con unas ranas.
Portante, no sería descabellado pensar que Percy asistiera a alguna función ofrecida por Aldini o al menos leer en la prensa los sensacionales resultados obtenidos con cadáveres humanos. Todo ello pudo alimentar debates intelectuales con su esposa Mary Shelley sobre la posibilidad de otorgar vida a un difunto. Y tampoco hay que olvidar que en plena efervescencia del siglo XIX, en un clima entonces de adelanto tecnológico, el desconocimiento de la inmensa mayoría de la población sobre la verdadera naturaleza de los experimentos desarrollados por algunos científicos en este espeluznante campo, elevaron la incer-tidumbre y temores sobre las prácticas que podían realizar en total secreto.
Pronto corrieron rumores sobre la existencia de saqueadores de tumbas y de robos de cadáveres en los cementerios, que acababan en la mesa de disección de las morgues de los hospitales y universidades o en lúgubres laboratorios particulares donde los muertos eran objeto de todo tipo de prácticas. Todo ello también figura de una manera tácita en la novela, ejerciendo una arrebatadora atracción. Pero aún se puede indagar más en las posibles fuentes reales que inspiraron a la novelista para dar forma a su celebrado libro.

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Entre los siglos XVIII y XIX se realizaron extravagantes experimentos que pretendían "devolver" la vida a lo difuntos. Entre ellos, los realizados por Dippel, Galvani y más tarde por el sobrino de éste, Giovanni Aldini, que fue mucho más allá en sus grotescas investigaciones.


• El verdadero Dr. Frankenstein

Con apenas 16 años la jovencísima Mary Shelley pudo quedar cautivada por la vida de un oscuro científico alemán del siglo XVII de nombre Johann Konrad Dippel. Nacido el 10 de agosto de 1673, hijo de un pastor luterano, Dippel siguió la carrera de su progenitor estudiando teología en la ciudad de Giessen en 1693. Con el pseudónimo de Christianus Democritus publicó algunos libros que le granjearon la enemistad de las altas esferas al cuestionarse algunos dogmas de la fe cristiana, por lo que tuvo que exiliarse. Fue precisamente durante su estancia en Estrasburgo donde tuvo sus primeros contactos con la alquimia, la quiromancia y el ocultismo. Su obsesión era conseguir el "elixir de la vida" o la Piedra Filosofal, la forma de convertir materiales impuros en oro y de obtener la vida eterna.
Dichos experimentos los llevó a cabo en los sótanos del castillo Frankenstein en Darmstadt-al sur de Frankfurt-, propiedad de su familia, donde construyó su laboratorio. Allí se gestó su leyenda negra, que le llevó a que le calificaran como "la encarnación del mal". Se decía que por las noches mandaba a saqueadores de tumbas al cementerio para robar cadáveres recientes. Los mismos rumores apuntaban a que realizaba extrañas prácticas con los muertos para extraer de ellos una sustancia con la que lograr su ansiado "elixir". Utilizando las herramientas de un alquimista, mezclaba huesos de animales, sangre y otras esencias orgánicas para obtener un "medicamento" conocido posteriormente como "Aceite de Dippel", una supuesta formula magistral que alargaba la vida más allá de los cien años y que fue muy popular por ser, en realidad, un gran estimulante.
Pero sus practicas con cadáveres nunca quedaron aclaradas y su secreto murió con él el 25 de Abril de 1734, cuando fue hallado su cuerpo en su laboratorio, rodeado de miembros humanos en un escenario digno de una novela de terror. Johann Konrad Dippel murió probablemente víctima de sus propios brebajes, no obstante, los lugareños estaban convencidos de que fue víctima de un pacto con el demonio...

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Las leyendas sobre la familia Frankenstein se remontan al siglo XVI, tal y como se puede observar en la lápida que existe en el cementerio de la localidad. Un grabado recuerda la hazaña legendaria de un antepasado de Dippel, George von Frankenstein, que mató a un terrible dragón en 1531. Más curioso si cabe es el rumor que apunta a que otro familiar del alquimista, en el siglo XV, resistió un brutal asedio al castillo Frankenstein perpetrado por el sanguinario VladTepes.queasu vez inspiró la célebre Drácula, de Bram Stoker.
El historiador germano WalterSheede está convencido de que durante un viaje por Alemania en 1814 el matrimonio Shelley navegó por el Rhin y pudo distinguir el castillo de Frankenstein desde la cubierta del barco.
Así parece que lo recoge la escritora en su diario cuando describe que en una tarde de agosto o septiembre: "una torre en ruinas con sus destartaladas ventanas se alza en lo alto de otra colina". En dicho periplo pudo conocer los detalles de la interesante vida de Dippel, incluyendo una supuesta visita al castillo.
Además, se da la circunstancia, de que tiempo antes de la redacción del manuscrito la Universidad de Oxford compró unas cartas del escritor de cuentos Jacob Grimm, donde narraba la historia del alquimista Frankenstein y todos los rumores que le acompañaron en su existencia, y por supuesto su afición por el robo de cadáveres. Se sospecha que gracias a su marido o a su propia madrasta, Mary Jane Claimont, traductora de los cuentos de los
hermanos Grimm, Shelley tuviera acceso a estas notas, que le produjeron una honda impresión.

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• El nacimiento del monstruo
Queda claro que Mary Shelley era conocedora del galvanismo y sus espectaculares efectos sobre cadáveres, materia de innumerables tertulias y comentarios en la época, en las que participó la propia escritora. De hecho, su marido y Byron hablaron profusamente de la cuestión solo horas antes de su visión, ella misma lo indica: "durante una de esas conversaciones, se discutieron varias doctrinas filosóficas y, entre ellas, las referidas a la naturaleza del principio de la vida, y también la posibilidad de que dicho principio llegara a ser algún día descubierto y divulgado. Hablaron de los experimentos del doctor Darwin". En la introducción de la edición de 183 lia joven escribía: "quizá podía reanimarse un cadáver; el galvanismo había dado prueba de tales cosas; quizás podían fabricarse las partes componentes de una criatura, ensamblarlas y dotarlas de calor vital".
Todo ello pudo brotar "creativamente" en el verano de 1816 cuando su periplo acabó en la casa de Lord Byron en el lago Ginebra (Suiza), y donde comenzó a gestarse su obra literaria. Puede que tras escuchar algún relato de terror, aquella noche a su vivida imaginación, en forma de espantosa visión, acudiera la imagen de la creación de una horrenda criatura.
Dicha pesadilla dio a luz una inmortal obra que aun hoy día, en pleno siglo XXI, cautiva a lectores de todo el mundo, pues remueve miedos ancestrales sobre uno de los aspectos que más intriga y aterra al ser humano: la muerte.
Conseguir vencer este inevitable final sigue siendo un anhelo de la humanidad, que una joven de apenas 18 años apenas comenzó a desdibujar.


El efecto Galvani

Más allá del efecto visual y estético, poco más podía obtener el galvanismo de un cuerpo inerte que una serie de grotescas convulsiones. El propio Aldini confesaba que "nada se podía hacer con el corazón'. No obstante, los mayores adelantos de Luigi Galvani, en manos de su sobrino, se dieron el campo de la psiquiatría, ya que la aplicación de los c/ecfroshochs a pacientes con depresiones y diversas dolencias se efectuaron con notable éxito. Con los años se conseguirán perfeccionar los tratamientos de aplicación eléctrica que siguen vigentes hoy. Tampoco hay que olvidar que el desfibrilador que puede reanimar el corazón de un enfermo, es un legítimo heredero de estas experiencias de Aldini y sus seguidores.

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El macabro experimento del Dr. Ure

Sin duda el experimento más estremecedor y espeluznante llevado a cabo sobre cadáveres para lograr su "resurrección" fue el acometido por el médico escoces Andrew Ure (1778-1857). El 4 de noviembre de 1818, en las dependencias de la Universidad de Glasgow (Escocia), desangró el cuerpo del ahorcado Matew Clydesdale. Su intención era que no pudiera volver a la vida si su prueba era un éxito, y así no contradecir la pena de muerte dictaminada por el juez contra el reo. El experto naturalista realizó varias incisiones en el cadáver para que las sondas eléctricas tocaran directamente el músculo. Cuando aplicó las descargas, al parecer el difunto abrió los ojos y realizó todo tipo de horrendas muecas de rabia, angustia y dolor que impresionaron al ilustrado auditorio. En una de las pruebas, el pie izquierdo del ahorcado golpeó violentamente a un médico que estuvo a punto de caer al suelo. Pero el efecto que más impactó a los especialistas se produjo cuando el muerto levantó la mano y pareció señalar a los presentes. Uno de los médicos de más renombre de Glasgow se desmayó. El pecho del reo se contraía como si respirase. La prensa se hizo eco de la impactante sesión ofrecida por Ure, que fue ampliamente divulgada y comentada. El médico escocés quedó convencido de que si su cadáver no hubiera tenido la espina dorsal dañada y no hubiera sido desangrado previamente podría haber recobrado la vida. Este ensayo se realizó el mismo año de la publicación de la novela de Shelley. Muchos creyeron estar ante la confirmación de los párrafos de su texto...

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