domingo, 14 de agosto de 2011

13


Pocos números han dado tanto  a lo largo dela historia como este que traemos a colación. Y es quedesde que somos pequeños se inculca la  de que el temido 12+1 hay que hacerle quiebros para evitar su funesta presencia. Ahora bien, por lo que se desprende d la última obra de Olga Roig, la conspiración de los números (Libros Cúpula, 2009), el "miedo" a éste es cuestión universal. Veamos...

por Olga Roig

13

Dedicado a todos los
triscadecafóbicos.

FUENTE: Revista española ENIGMAS Nº 171 (visita www.AKASICO.com).


Imagen IPB


Si el 666 es el número del anticristo y del mal por excelencia, el 13 parece ser su hermano menor, aquel que miramos con recelo por todo lo nefasto que puede acarrear: desgracia, negatividad, maldad... ¿Qué misterio se esconde tras el 13 para que pueda incluso generar enfermedades? ¿Es imposible que sea un número de mala suerte? ¿De verdad debemos tenerle miedo? ¿Estamos ante un bulo o en serio tiene algo de singular?Como sucede con el 666, debemos comenzar a buscar en las tradiciones más antiguas y en las religiones para darnos cuenta de que el 13 tiene más poder del que creemos. Para empezar, la superstición y el miedo que le tenemos al 13 no es algo de nuestros días. Debemos remontarnos unos cuantos siglos atrás. Cuenta la leyenda -que a estas alturas ya es más urbana que otra cosa- que el gran miedo al 13 procede del tiempo de Jesucristo, cuando en la Última Cena hubo 13 comensales: los 12 apóstoles y Jesús. Como se sabe, un apóstol, Judas, fue quien traicionó al maestro, de ahí que una superstición asegure que jamás deben sentarse 13 comensales a una mesa, pues acaecerá la desgracia. Por cierto, otra superstición asegura que puede romperse la maldición anterior si, bajo la silla del que ha llegado en último lugar a la mesa, se deposita un platillo blanco con 13 montoncitos de sal. No me imagino la cara que pondría nuestro invitado si le pusiéramos sal bajo la silla, pero quien tenga miedo de que le caiga una maldición por sentar a 13 personas en la mesa, ya sabe qué hacer.

• El decimotercer dios
Es curioso que, para el cristianismo, Jesús y los 12 apóstoles formen un conjunto de 13 personas que sólo se convierten en "peligrosas" cuando se reúnen en la Última Cena. ¿Acaso habían practicado el ayuno hasta ese día? Por eso, no debemos buscar los orígenes de esta creencia nefasta en el cristianismo. Seguramente bebe de fuentes mucho más lejanas, en este caso, de la mitología nórdica, donde hallamos a un dios treceavo y maligno. Los mitos nórdicos hablan de la existencia de Loki, un dios hermoso y astuto pero de naturaleza negativa, hasta el punto de ser un espíritu malvado, catalogado como el rey de la mentira. Según la historia, Loki, que ocupaba el decimotercer lugar en el panteón de los dioses, se enteró de que los otros 12 dioses se habían reunido para cenar y él no había sido invitado. Ofendido, se presentó al ágape con deseos de lucha; ya fueron 13. Se produjo una contienda y Balder, el dios favorito de todos los dioses, encontró la muerte. Posiblemente ahí nace el mito de los 13.


• El malévolo 13

Si vamos un poco más allá, veremos que el miedo al 13 es anterior al cristianismo. De hecho, mucho antes, en la cabala judaica, se indica que el 13 es un mal número  que se vincula con el número total de espíritus o genios capaces de hacer el mal. La cabala contempla la existencia de los genios, ángeles y arcángeles y, entre tantas entidades, distingue a los demonios o espíritus involucionados. Algunos investigadores creen que el cristianismo se amparó en ese miedo al 13 para vincularlo con todo lo nefasto. Y un dato lo vemos en el Apocalipsis de San Juan: el texto donde se habla del 666, el anticristo, es el decimotercer capítulo.
Con datos como los anteriores, no nos queda más remedio que pensar que del 13 no puede venir nada positivo. ¿Seguro? Tan mala no tenía que ser la cifra cuando Zeus tenía un cortejo de 12 dioses a su alrededor, que con él eran 13. Y tan mal no le fueron las cosas a Ulises, que era el dios 13 y que, según la mitología griega, pudo escapar de ser devorado por un cíclope. Otra divinidad 13 es Freya, diosa germana considerada nada menos que la más bella de todas, regente del amor y los versos amatorios.


• El 13 de los egipcios

Muchos cultos, especialmente en Asia y Oriente, han visto en el 13 un número perfecto para alcanzar la trascendencia, para tentar a la suerte o para agasajar a los espíritus de la naturaleza. Un ejemplo lo vemos en los antiguos egipcios, quienes pensaban que el 13 era el número de la nueva existencia, ya que la decimotercera fase del ciclo de la vida era la muerte y, portante, el viaje hacia el más allá, hacia el mundo de los dioses.
La relevancia del 13 también aparece en algunos rituales mágicos del Antiguo Egipto. Allí, 13 eran los pasos a realizar en el templo de iniciación: 6 hacia delante, que representaban la seguridad, la determinación, la voluntad, el deseo, los objetivos y el valor; otros 6 hacia atrás, en alegoría de que durante cada uno de los realizados hacia delante se estaba meditando; y por fin, un último paso, el 13, y con él, se traspasaba la puerta simbólica a la nueva existencia, a la nueva vida.
De forma similar a la utilizada por los egipcios en sus rituales y procesos ceremoniales, vemos que en la disciplina numerológica, basada en los estudios de Pitágoras -que estuvo iniciado en los misterios egipcios-, el 13 se convierte en el número del crecimiento y de la evolución. Algo parecido sucede en la cabala: pese a la referencia de los genios malévolos asociados a esta cifra, el 13 es una clave maestra que, desde el prisma simbólico cabalístico, abrirá las puertas del conocimiento al cabalista que la use adecuadamente.
Por su parte, en la gran mayoría de las tradiciones mágicas europeas, el 13 -o mejor dicho, el símbolo de este número- representa el velo de los maestros, un símbolo que el iniciado sólo está capacitado para retirar cuando alcanza la perfecta iluminación, lo que exige que se haya purificado en cuerpo, mente y espíritu. Así, el aspirante a mago que alcanzaba el nivel 13 de iniciación era el que había visto la . Se consideraba que había logrado desterrar sus miedos y sus falsos valores, que había purificado su corazón y su alma, y estaba en disposición de descubrir la sabiduría que se escondía tras el velo del número 13 o el decimotercer  de la existencia mística.


• El 13 nipón

Los japoneses no entienden de mal augurio en lo que a día 13 se refiere. No creen en el martes 13 y. encima, s! el 13 cae en viernes, se convierte en un día maravilloso. Los nipones creen que un viernes 13 es perfecto para tentar a la suerte a través de  de azar y para lograr ver cumplidos nuestros sueños. Antiguamente, en el medio rural japonés, los objetos en agrupaciones de 13 eran formas de manifestar la alegría, la dicha, y de tentar a la buena suerte: 13 frutas de una misma clase. 13 pescados. 13 huevos recogidos en viernes 13. eran la mejor ofrenda a los dioses invisibles para que una familia fuera dichosa. Por tanto, el 13 no es tan malo como lo pintan. Al menos, no en todo el mundo.

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• El 13 como día crítico

En nuestro país, la frase "martes y 13, ni te cases ni embarques" prácticamente lo dice todo: te esperan desgracias, primero por el número del día y luego porque el martes es el día de Marte, el dios de la guerra. En cambio, para los anglosajones, el día crítico es el viernes 13: creen que puede pasar de todo, y alguna que otra superstición asegura que los espíritus negativos rondan a los vivos para dañarlos.
La tradición o, mejor dicho, superstición del martes y 13 no es sino una más de las muchas que recoge la sabiduría popular, entre las que hallamos las siguientes:

• 13 monedas: Es muy peligroso hallarlas el día 13 ya que, en teoría, se tratará de dinero manchado de sangre o de monedas que nos llevarán a sufrir traiciones. Los expertos en simbología mágica opinan que esta creencia es una adaptación del mito de las 20 monedas que recibió Judas.

• 13 besos: Son los que puede darse una pareja en un día 13 para, siempre según la superstición, contentar a los diablillos del lugar y evitar que ataquen a los enamorados con desgracias o adversidades.

• 13 pedazos de cristal: Si son de un espejo que se rompe en día 13, en este caso nos dan buena suerte, ya que la creencia popular indica que ésta es la única forma de dejar inválida la otra leyenda que asegura que quien rompe un espejo padecerá 7 años de desgracia.

• 13 cabellos: Sabido es que el cabello se nos cae a diario, a días más y menos, pero he aquí que la superstición se ocupa, de nuevo, de recordarnos que si en día 13 se nos caen 13 cabellos, alguien nos ha echado mal de ojo. 

• 13 huevos: Las gallinas ponen uno o a lo sumo dos al día, y antiguamente se decía que si el total de las gallinas del corral ponían 13 huevos en un día 13 se padecerían grandes hambrunas y desgracias. Se supone que la clave era tener muchas gallinas o un número insuficiente para tener menos probabilidades de llegar o superar esa cantidad sin mucho problema.

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• El 13 en el tarot

Dicen que el tarot es una de las herramientas esotéricas más inquietantes. El destino, tal vez la casualidad o la mala uva de quien lo diseñó, han querido que el decimotercer arcano mayor del tarot -en total hay 22- sea la muerte. Claro que no deja de ser singular que el arcano XV -recordemos que 10+5=6-, sea el . Muchos cartomantes interpretan la presencia de la figura de la muerte co-
mo una llamada a la evolución, al cambio, a la metamorfosis, y no necesariamente al fallecimiento. Algunos de estos tarotistas piensan que, cuando la  está del revés, alude a la necesidad de no emprender nada nuevo, y que cuando está al derecho, nos conmina a todo lo contrario, al cambio. Ahora bien, ¿por qué ocupa el número 13 y no otro?

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• ¿Un miedo o una manía?

De igual forma que todo el mundo ve los documentales de La 2, nadie es supersticioso ni cree en brujas ni tiene en consideración la existencia del número 13. No, nadie. Seguramente por ello, muchas personas, cuando ven el 13, hacen una señal de cuernos con los dedos de la mano diciendo "lagarto, lagarto" como si realizasen un exorcismo contra las fuerzas de lo nefasto. Nadie cree en las supersticiones del 13, en cambio -digo yo que será por si las moscas-, expresiones como "doce más uno" para no nombrar a la supuestamente maligna cifra que atrae la mala suerte son más comunes de lo que pensamos. Un ejemplo de ello es el 13 veces campeón del mundo Ángel Nieto, quien siempre que se refiere a ellas habla del 12+1. Claro que no sólo lo hace él, también muchos de los presentadores deportivos que le entrevistan.
La superstición por el número 13 es tan relevante en el , que en muchos equipos no existe la camiseta 13, y en los que sí la hay, no todos los jugadores están dispuestos a ponérsela. Claro que éstos nos son más que dos ejemplos, hay muchos más...



• Sin piso 13

Muchos rascacielos en todo el mundo carecen del piso 13. Bueno, la tienen, pero no está numerada. Algo parecido sucede en filas de teatros o cines. La creencia popular es que no se debe tentar a la suerte en un gran edificio. Sin embargo, cuando en Nueva York se edificaron los rascacielos más emblemáticos de la ciudad como el Rockefeller Center, el Fierre o el Helmsley, se hizo para evitar las desgracias en los negocios y atraer la buena suerte y la prosperidad. En algunos hoteles se pasa de la planta 12 a la 14, ya que el 13 no está en el ascensor, y en algunos que sí la tienen la reservan para cuestiones de servicio, evitando que los clientes se alojen en ellas. Casualmente no vemos la tecla F13 en los teclados de los ordenadores del tipo PC en la fila superior, donde sólo va de F1 a F12. En cambio, en los Mac -¿serán menos supersticiosos?- podemos apreciarla.


• El miedo llevado al límite

Una cosa es la superstición y creer, por ejemplo, que 13 ajos en un recipiente dan mala suerte, o que tropezar 13 veees en un mismo día -me pregunto en qué momento el patoso toma conciencia de que lo es y comienza a contar- es la señal de una traición cercana, y otra hacer del miedo o temor al 13 una fobia o un problema mental. Sin embargo, es lo que les pasa a muchas personas. Cuando el miedo se lleva al límite aparece la triscadecafobia, una dolencia basada en un profundo temor al 13.
Tanto es así que puede generar desarreglos emocionales relevantes como miedo o pánico injustificado, estados de irascibilidad y pérdida de la subjetividad. Las personas que padecen la triscadecafobia temen sentarse en la fila 13 de un cine, subir al piso 13, ver el número 13, e incluso que les hablen de él. Es más, los hay que los días 13, mas allá de que sean martes o viernes, evitan salir a la calle pues creen que es una forma de llamar a la mala suerte. En algunos casos, la creencia supersticiosa va tan lejos que el afectado tiene que medicarse y sufre una sinto-matología que va desde náuseas, mareos o dolores de cabeza, hasta alteraciones emocionales, capaces de generar estados de ansiedad. Sirva como curiosidad que el compositor Arnold Schoenberg padecía triscadecafobia y, casualidades del destino, nació y murió un día 13.

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