jueves, 26 de enero de 2012

Artabán, el cuarto rey mago

por verushka


Según cuenta la leyenda, es posible que existiera un cuarto Rey Mago que jamás llegó a conocer a Jesús. Su historia se encuentra en algunos textos antiguos que dan cuenta del largo  que recorrió.

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En relación a esta supuesta historia, se narra que existía un lugar en la antigüedad, el zigurat de Borsippa, con sus altos muros y siete pisos, que era el  de encuentro de los cuatro reyes e inicio de la travesía conjunta. Hacia allí acudía Artabán, con un  protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda al Niño Dios, cuando topó en su camino un viejo moribundo y desahuciado por bandidos: interrumpió el rey su , curó sus heridas y le ofreció el diamante al viejo como capital para proseguir el camino. Llegado a Borsippa, sus compañeros de viaje habían partido.




Artabán emprendió entonces un viaje en el que, por donde quiera que pasaba, la gente pedía su auxilio, y él, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio. En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué podía hacer si la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle ayuda a quien la necesitaba?


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Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda la gente que se lo solicitaba.



Treinta y tres años después el viejo y cansado Artabán llegó por fin a donde los rumores le habían llevado en su larga búsqueda por Jesús. La gente se reunía en torno al monte Gólgota para ver la crucifixión de un  que, decían, era el Mesías enviado por Dios para salvar las almas de los. Artabán no tenía duda en su corazón, aquel hombre era quién había  buscando durante todos esos años.



Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la  pese a cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte, sin embargo, justo frente a él apareció una mujer que era llevada a la fuerza para ser vendida como esclava para pagar las deudas de su . Artabán la liberó a cambio de la última piedra que le quedaba de su basto tesoro.



Triste y desconsolado, nuestro cuarto rey mago se sentó junto al pórtico de una casa vieja. En aquel momento, la tierra tembló de forma brusca y una enorme piedra golpeo la cabeza de Artabán. El temblor aquel anunciaba la muerte de Jesús en la Cruz



Moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploró perdón por no haber podido cumplir con su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escuchó con fuerza: Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste.



Artabán, agotado, preguntó: ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos. 

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