viernes, 20 de septiembre de 2013

Tassili, un pasado imposible



Corría el año 1933 cuando el teniente francés Brenans, realizando un reconoci­miento policial, penetró en un cañón de la meseta conocida como Tassili-n-Ajjer. "Echó inmediatamente el pie a tierra y le parecía estar soñando, pues ante sus ojos se desplegaban imágenes profundamente hendidas en la roca; un espectá­culo sorprendente en este corredor calcinado por el sol y abrumado bajo el es­peso silencio de los países desérticos donde la vida humana desapareció hace siglos." Así describía el arqueólogo Henri Lhote el descubrimiento de los dibujos rupestres del Tassili. Pupilo del celebérrimo abate Breuil, pionero del estudio del arte rupestre, tras la llegada a París de las noticias de semejante descubrimiento, se desplazó inmediatamen­te hasta aquel recóndito lugar. Durante varios meses junto con el teniente Brenans, reco­rrió aquellos lares y juntos realizaron algunas copias y dibujos de lo que allí contempla­ron. Decepcionado por no poder captar la belleza y color de esas obras parietales, Lhote comenzó a dar forma a una idea que se vena cumplida veinte años después.
Ya en el año 1954. tras diversos avalares y pasada la guerra, retomaron el ambicioso proyecto y lo prepararon todo para una expedición que recogiera, catalogara y copiara to­do el arte rupestre posible de la meseta del Tassili. Así, formaron un equipo compuesto en su mayoría de experimentados pintores y artistas que emprendieron la marcha en ene­ro de 1956. Sin embargo, las esperanzas del equipo se vieron truncadas, pues un mes antes de partir el ya entonces coronel Brenans falleció de un ataque al corazón.
Y así fue como tras dieciocho durísimos meses, el grupo de Henri Lhote se dedicó a calcar y tomar nota de todo lo que veían, calcos que hoy tristemente se amontonan en los almacenes del Museo del Hombre de París y que no dejaron a nadie indiferente, donde increíbles y detalladas escenas de ca­za, animales de varios metros de longitud y extraños seres con cabeza redonda se fundían y mezclaban en una misma pared.




Imagen tomada en un momento del duro viaje y el guía Tuareg que mostró al grupo las extra­ñas pinturas que decoran el Tassili. Debajo, una especie de proce­sión de "astronau­tas" que sigue des­concertando a los investigadores.

Pero, ¿qué es el Tassili?
EI Tassili-n-Ajjer, para diferenciarlo del Tassili Hoggar, es una me­seta situada en la esquina suroriental de Argelia. Tiene una exten­sión aproximada de unos 500 km Norte-Sur, por una anchura de unos 70 Km, casi a modo de frontera natural del país. Se eleva 1.000 m más por encima del Sahara, con una altitud máxima de 1.800 m. Una meseta elevada por las fuerzas tectónicas, un pai­saje basáltico, colmado de los restos de la arenisca primigenia totalmente erosionada, donde los artistas dejaron su impronta en los refugios y oquedades que se formaron por el paso de los mi­lenios. Un panorama totalmente lunar, un laberinto de piedras, surcado de cauces secos que dan fe de un pasado muy diferen­te. Y es que Tassili-n-Ajjer significa "meseta entre ríos", nada que ver con lo que hoy contemplamos. Debemos abstraemos mucho e intentar visualizar aquel paraje en la época de dichos artistas. Finalizada la glaciación Würm, hace 10.000 años, lo que mar­ca el inicio de la época Holocénica, el mun­do entra en un periodo post-glaciar. Durante ese periodo, el clima se hace más húmedo, comienzan las lluvias y el desier­to que hoy conocemos se convierte en un paraíso lleno de vegetación y ríos por do­quier. Testigos mudos de todo aquello son los grabados y dibujos en roca de peces, hipopótamos, elefantes... así como los wad/'s, o cauces secos de los ríos que lo recorrían, o los majestuosos cipreses mile­narios que todavía quedan en Tamrit.


Expedición española en busca de respuestas
Con las palabras de Lhote en la cabeza y ansiosos de ver incon­tables obras pictóricas, partimos rumbo a D'janet, la localidad más cercana a la meseta ansiada y de la que parten y se apro­visionan las expediciones. Para los guías no es un viaje fácil, no es habitual que un grupo quiera conocer en profundidad la zona. No es un viaje cómodo, y la planificación es fundamental. El tu­rismo suele preferir los viajes en 4x4 recorriendo dunas y oasis. El arte rupestre pasa desapercibido para muchos. Nuestro pro­pósito era diferente y motivados por comparar y conocer en pro­fundidad ese legado prehistórico, decidimos aprovisionarnos bien para establecernos varios días allí arriba.



Planificamos nuestra ruta de tal manera que discurriera por el mayor número de abrigos decorados posibles. En la cabeza lle­vábamos algunas pinturas que no queríamos dejar pasar e insis­timos a nuestro guía Tuareg sobre la necesidad de contemplar­las. Todo ello, a sabiendas de que, de esta manera, se presenta­ría un periplo duro y ajetreado. La ruta supondría realizar dos ascensiones para poder acceder más rápidamente a las diferen­tes áreas, muy alejadas unas de otras. Y así, el mismo día de nuestra llegada a D'Janet, emprendimos la subida por el puerto de Tafalelet, un ascenso largo y pedregoso. El segundo día nos diri­gimos rumbo al Este. Nuestro bautizo rupestre no pudo ser más impresionante y tras cruzar un arco de piedra se nos presentó la cueva de Tan-Zumaitak. Abstractos animales, extraños seres con la cabeza desproporcionadamente grande, personajes pintados completamente de negro con cabezas perfectamente redondas y dos semiesferas con un círculo central que no sabíamos acer­tar a identificar, y en una de estas esferas un ser dentro de ella. El grupo comentaba, discutía y preguntaba al guía, que fue ta­jante: "el Sol y la Luna" -dijo-, y en cuanto al personaje sobre la segunda esfera, afirmó: "es que en la Luna vive gente". Mudos, no pudimos sino continuar con más dudas y dejar las interpreta­ciones para más tarde. Y es que esa sena la tónica de nuestra aventura. Interpretaciones varias y difíciles; y en algunas ocasio­nes, debido al mal estado de algunas pinturas, era imposible identificar la escena. Los días siguientes discurrirían por las zo­nas de Sefar. Tin-TazariftJin-Tafariest y Tan-Zumaitak. Escenas ní­tidas y claras de la vida diaria, vacas, caballos y búfalos pintados con tal detalle que denotan el gran desarrollo artístico de los pin­tores, el perfecto uso de la perspectiva en muchos casos, las representaciones anatómicas, de movimiento... pero también vi­mos grandes dioses -o así los llamaron los primeros explorado­res-, personajes de un antropomorfismo extraño, los llamados buceadores, personajes pintados a tamaño natural en posición horizontal y otros de más difícil catalogación.
Destaca el gran dios con orantes, un ser que es adorado por una serie de subditos del claro estilo de Cabezas Redondas. Aquellos seres con caretas, casco o escafandras, según se quie­ra ver, parecen adorar al personaje central, y algunos otros que adornan nítidamente la escena en posición horizontal, hacen más compleja la escena. Una profusión de imágenes en una pared de casi 20 m de largo. Aquello nos supera. Y la temida pregunta no deja de acosarnos: ¿qué querían representar los antiguos?
Puerto de Aurum, siendo las 5.00 horas de la mañana, parti­mos para aprovechar que el Sol todavía no ha hecho acto de presencia. El ascenso es aún más duro que Tafalelet y nuestras piernas derrotadas por el cansancio acumulado, piden tiempo muerto. El grupo sigue muy motivado sabiendo la fama del lugar al que nos dirigimos, nos esperan "los gigantes" Jabbaren. Y nue­vamente el esfuerzo merece la pena, más de 5.000 pinturas solo en Jabbaren tal y como decía Lhote. La concentración de dibu­jos nos abruma. El gran dios marciano, como lo bautizó Lhote, "qué gran titular", decía. Más de 5 m mide éste que una vez tuvo que ser alguien especial, por el lugar privilegiado en que se encuentra y el tamaño. Y qué belleza la de algunas obras que nos encontramos a la vuelta de la esquina, no parece haber pasado el tiempo por ellas. Muchas, sobre todo las del periodo bóvido, están asimismo grabadas en la roca, dando un efecto de relieve. Es increíble. En silencio y cabizbajos, retornamos hacia el cam­pamento, agotados, con muchas más dudas que con las que habíamos llegado.



Arriba, el autor del reportaje señalando uno de los misteriosos di­bujos, en el que se puede ver a un indi­viduo con una espe­cie de casco. Sobre estas líneas, una de las representacio­nes más significati­vas de lassi, cono­cido como el gran dios con orantes, un ser adorado por una serie de "subditos" con cabeza completamente redonda.


Problemas en la categorización
y ubicación cronológica
Estudiosos como el abate Breuil y posteriormente Leroi-Gourham y Annette Laming-Emperaire, propusieron e impulsaron las clasi­ficaciones y esquemas que hoy tenemos en relación al arte pa­rietal, aunque principalmente paleolítico. Las divisiones son en parte convencionales. Y me explico. El arte no requiere de unos procesos evolutivos complejos. Los antiguos poseían desde el principio materias colorantes y utensilios de corte y percusión con los que dar rienda suelta a su capacidad artística hasta su máxi­mo nivel. No podemos pretender que aun teniendo nuestra mis­ma inteligencia y capacidad creadora, fueran capaces de construir vehículos a motor, por decir algo, ya que los medios técnicos de que disponían no lo permitían. El arte, sin embargo, se encuen­tra en una escala diferente a la técnica. Por eso es posible hallar en una misma cultura, en el mismo momento o en instantes su­cesivos, resultados artísticos que nos muestran un dominio ab­soluto de la expresión junto a obras muy toscas.
Es por ello por lo que también es extremadamente difícil esta­blecer una cronología clara del arte rupestre. Así se demostró cuando en 1994 Jean-Marie Chauvet, Éliette Brunel y Christian Hillaireen descubrieron las maravillosas pinturas paleolíticas de la cueva de Chauvet en el valle del Ardéche (Francia), donde los estudios cronológicos de C-14 han arrojado cifras sorprendentes -30.000 a.O en un estilo pictórico perfectamente naturalista que, basándonos en todas las teorías admitidas hasta la fecha, hubie­ran sido fechadas en un periodo mucho más reciente. Y qué de­cir de los grabados en roca, que prácticamente sólo pueden ser datados por comparación estilística. En su caso, se puede esta­blecer una comparación entre los grabados de una misma zona a través de la pátina que presentan. La oscuridad de la línea de sus surcos denotara una mayor antigüedad comparada con gra­bados adyacentes que han estado sometidos a las mismas con­diciones climáticas. O incluso, en el caso deTassili, gracias a la arqueozoología, conociendo el momento de extinción de algunas especies, podemos asociar así sus representaciones en la roca. Tal es el caso del Pelorovis Antiquus, un antiguo búfalo que de­sapareció en el norte de África en el 4.000 a.C, sus representa­ciones lógicamente han de ser anteriores.
Es necesario portante una seria y compleja investigación pa­ra realizar una categorización y datación de todo lo que hay refle­jado en esta perdida meseta argelina.



El grupo observando asombrado parte de las pinturas. Al lado, en la imagen superior, fresco en el que destacan lo que para unos son "medusas" y para los más heterodo­xos extraños obje­tos voladores. Debajo, un indivi­duo con forma de humanoide, un "gris" que respon­de a las numerosas descripciones de supuestos extraterrestres en la ac­tualidad.


Los habitantes del lugar
encontraron huesos de gran
tamaño que para la mayoría
son restos de los "gigantes"
que habitaron milenios atrás


Trabajo de cooperación Argelia-Francia
Debido a la carencia de estudios serios sobre el terreno, a las contradicciones en las hipótesis cronológicas y a las dataciones dispares de algunos estilos pictóricos, en 2008 se inició un pro­yecto dirigido por Malika Hachid, del Centro Nacional de Investigaciones Prehistóricas, Antropológicas e Históricas de Argelia -CNRPAH-, y codirigido por Jean-Loíc Le Quellec, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia -CNRS-. Este pro­yecto trataría de arrojar algo de luz y esclarecer las dos hipótesis cronológicas diferentes que se barajan. Por una parte, aquellos autores que opinan que el inicio del arte rupestre sahariense se situaría en el final del Pleistoceno, e inicio del Holoceno, es decir entre el 9.000 y el 7.000 a.C., y aquellos que sostienen que se­ría posterior, hacia el 5.000 a.C.
De esta forma, partieron en dos misiones de varias semanas entre 2008 y 2009, cargando más de 400 kg de equipo y acom­pañados de los mejores especialistas, tratando de abordar este enigma histórico. El estudióse iba a centraren las zonas de Sefar, Tin-Tazarift yTan Zumaitak. La línea de estudio se centraría en va­rios puntos: por un lado, la categorización y datación directa de los pigmentos pictóricos. Según refirieron, esto resultaría casi im­posible y no concluyente, pues la obtención de muestras claras de carbono orgánico de los pigmentos para su datación es com­pleja y escasa. Por ello se centraron en las dataciones de mane­ra indirecta, a través de factores anexos a esos dibujos, como son los restos arqueológicos y los depósitos del terreno, asociados a los diferentes climas de la antigüedad o paleoclimas.
Por otro lado, se centraron en el estudio de los restos sedimen­tarios y de los estratos climáticos marcados en las paredes de los abrigos donde está trazados los dibujos. Así podemos obser­var bandas negras y blancas en las paredes, las cuales corres­ponden a los diferentes periodos húmedos y áridos por los que ha pasado ese terreno, asociando las pinturas a esos paleoclimas. Un estudio realmente laborioso y que requiere muchas ex­cavaciones y prospecciones arqueológicas.
De otra parte, está el estudio fotográfico. A través del revelado y procesado de fotografías y su modelización en 30, consiguen dar vida nuevamente a grabados que parecían extintos. En París pude conocer a Daniel Viguears, máximo responsable de este área. Años atrás se había dedicado, gracias a esta técnica, a res­catar las pinturas escondidas o que quedaban bajo los trazos de importantes obras expuestas hoy en el Louvre. Los trabajos que realizó son fantásticos. Hasta el Tassili llevaron el equipo de la más alta calidad y realizaron fotografías de más de 50 megapi-xe/s de resolución, 6 horas de trabajo con cada pintura, en sesio­nes de casi 17 horas diarias, consiguiendo que paredes donde parecía no existir nada muestren ahora todo un complejo rupes­tre. Si bien estos estudios no han hecho más que comenzar.


Sobre estas líneas, el autor del repor­taje examinando varías inscripciones y dibujos en la roca.

El enigma persiste...
Muchos interrogantes y misterios quedan en este lugar. Apartado, poco estudiado y olvidado, el Tassili nos puede aportar tanta y tanta información sobre nuestro pasado... es necesario que vol­vamos los ojos a esta recóndita meseta. ¿Qué es de esos egip­cios que vemos dibujados? Claras representaciones de mujeres con tocados y vestidos egipcios, y con la inconfundible cobra, el "aureus". sobre sus frentes. ¿De dónde viene esa influencia? ¿Quién influenció a quién? Las dataciones sitúan esos grabados mucho antes del periodo predinástico egipcio.
¿Qué es de esos gigantes de los que hablan los pobladores de la zona? Podemos descartar el hecho de que los dibujos, a 4 o 5 m del suelo algunos de ellos, fueran pintados por gigantes, lo más probable es que el nivel del suelo haya descendido varios metros en los últimos milenios. Pero también he de mencionar los relatos que en anteriores expediciones me contaron. Los ha­bitantes de D'janet, cuando empezaron a construir sus casas, en­contraron huesos, y me dijeron que eran de los habitantes de Jabbaren, pues estos restos óseos eran tan grandes como los de supuestos gigantes... Qué podemos decir de este ignoto lugar, donde decenas de miles de dibujos nos hablan de aquello que nuestros antepasados experimentaron, aquello con lo que convi­vieron, o aquello con lo que soñaron, ¿quién sabe?

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