lunes, 18 de noviembre de 2013

La historia secreta de los libros prohibidos

LIBROS EXTRAÑOS
Lectura y
Desafío
Hay textos incómodos para el poder político o doctrinario que han sido evitados y perseguidos para que las ideas que contienen no sean difundidas. Realidad o ficción, raros o famosos, muchos continúan vigentes en la memoria popular.
Por Gerardo Sifuentes.

Leer puede ser un acto subversi­vo, dependiendo del tipo de texto y el momento de realizar dicho acto. Desde que a mediados del siglo XV la imprenta contribuyó a la difusión de ideas, no han sido pocos los que han intentado detener la circulación de libros, revistas o panfletos bajo el pretexto de proteger a los lectores de su mala influencia. La prohibición que atiende asuntos de ca­rácter moral o político debe ser vista bajo las circunstancias históricas y los intereses particulares: desde la creación del "índice de libros prohibidos" del Vaticano, que persistió hasta 1966, pasando por la quema pública de textos en la Alemania nazi, hasta la cen­sura de novelas o el retiro de periódicos por parte de gobernantes temerosos de la in­formación. Con el advenimiento de Internet, muchos de estos títulos se liberaron de ese estigma, aunque hay otros cuya temática aún suele ser considerada 'peligrosa'.



El libro más peligroso de todos
Curiosamente, el ejemplo más citado de li­bro maldito es uno que en realidad nunca existió: el Necronomicón, texto que da pie a las historias de terror del estadounidense Howard P. Lovecraft (1890-1937). Esta obra fic­ticia se abrió paso en la realidad con ediciones supuestamente originales, y hasta ha llegado a ser incluido, al menos de modo nominal, dentro de los catálogos de varias bibliotecas, y hay quienes aún creen que es real. Pero hay dos elementos distintivos de este libro que pu­dieron ser tomados de tradiciones reales en el mundo editorial.
El primer dato, quizá el más bizarro, es que sus tapas están forradas con piel humana. Aunque esto nos puede causar repulsión, tal práctica de encuademación, técnica conocida como bibliopegia o encuademación antropodérmica, fue habitual en el siglo XVII; actual­mente se pueden encontrar ejemplares de este tipo en varios museos y bibliotecas. Aunque su origen es ambiguo, lo cierto es que en Ingla­terra se llegó a usar la piel de los criminales ejecutados para encuadernar textos donde se detallaban los actos que cometieron y los pormenores de su juicio. Uno de los volúme­nes más famosos con esta característica es la Relación verdadera y perfecta de todo el pro­cedimiento contra los difuntos y más bárbaros traidores, el jesuíta Carnet y sus cómplices, de 1606. Esta edición única fue cubierta con la piel del sacerdote Henry Carnet, quien apoyado por un grupo de sublevados intentó llevar a cabo un atentado contra el Parlamento inglés, pero fueron descubiertos antes de cometerlo. El ejemplar fue vendido a un coleccionista priva­do por 11.000 dólares en 2007.
Otro ejemplo significativo fue el caso del astrónomo y escritor francés Camille Flammarion, quien recibió como 'donación' la piel de la espalda de una fallecida admiradora, y cuya última voluntad fue enviarle esta parte de su cuerpo para forrar alguno de los libros del autor. Eventualmente esta muestra singu­lar de aprecio sirvió al astrónomo para cubrir un ejemplar de su obra Ierres du del, de 1877, donde describe la posición de los planetas en el Sistema Solar.
El segundo detalle a destacar es que el Necronomicón contiene secretos de magia pri­migenia -una fuerza cósmica desconocida para el hombre- de tal magnitud que quien lee esas páginas se vuelve loco, algo que su­puestamente le ocurrió a su autor, el árabe Abdul Alhazred. La idea detrás de este concepto podría venir de uno de los libros que según se dice se perdieron durante la destrucción de la Biblioteca de Alejandría alrededor del año 400, el llamado Libro de Thot, del autor egipcio Manetón -nombre que traduce como el 'poseedor de la verdad de Toth'-, quien vivió en torno del año 300 a. C. Este sacerdote e historia­dor, autor de Aegyptíaka, fue la autoridad en materia de cultura egipcia de la época; sabía interpretar los jeroglíficos y mantenía entre­vistas con los últimos sacerdotes de los ritos originales de esta cultura. Manetón escribió ocho libros y AO rollos de pergamino que contenían todos los secretos de Egipto desde tiempos remotos, pero entre los aficionados al esoterismo, está muy arraigado el rumor de que el supuesto Libro de Thot es la suma de todo el conocimiento mágico de aquella cultura, y quien lo posea alcanzará un gran poder sobre el mundo material y espiritual.



Hasta los niños
Es común que las autoridades detengan la propagación de ideas que puedan des­estabilizar el sistema impuesto, haciendo una 'lista negra' de obras y autores. El caso más conocido es la lista de lecturas prohibi­das para los católicos emitida por el Vaticano a través de la Santa Inquisición, que entró en desuso cuando la Iglesia perdió influencia en los gobiernos de algunos países. Lo mismo ocurrió con dictaduras del siglo XX -el fran­quismo en España, los países comunistas en Europa del este o en Chile-, cuyas caídas per­mitieron que la gente tuviera acceso a ciertos libros o películas cuya posesión implicaba multa o cárcel. En Inglaterra, por ejemplo, los lectores se pudieron librar la censura de obras como E¡ amante de Lady Chatterly (1928), de D. H. Lawrence, o Lolita (1955), de Vladimir Nabokov, contrabandeando ediciones impre­sas en Francia o Estados Unidos. En este últi­mo país han sido prohibidos varios títulos por autoridades escolares en zonas de influencia conservadora, aunque reivindicados con el paso del tiempo, como el clásico El guardián en el centeno (1951), de J. D. Salinger, el cual ha estado en el centro de la polémica por la supuesta influencia que tuvo en Mark David Chapman, el asesino del John Lennon.
Organizaciones religiosas como el Opus Dei cuentan actualmente con un listado de libros que son calificados con un número del uno al seis, donde uno son aquellos textos "que pueden leer todos, incluso niños", y seis es "lectura prohibida", cuyo acceso requiere de un permiso especial de un sacerdote supe­rior; en las cifras intermedias se pide al lector tener 'formación' previa a la lectura, una jus­tificación válida para acceder al libro y nunca tomar la iniciativa sin antes verificar con un director espiritual. En la última categoría, la seis, se encuentran títulos de una gran di­versidad de temas, por ejemplo toda la obra del filósofo alemán Theodor Adorno y la del periodista catalán Víctor Alba, el compendio Los signos de rotación y otros ensayos (1965) de Octavio Paz, las memorias del dramaturgo Tennessee Williams (1975), obras de ciencia ficción de los ingleses Brian W. Aldiss o Ri­chard Ableman, o el clásico Catch-22(1953) del estadounidense Joseph Heller. A pesar de su ambiciosa empresa, los 65.000 títulos inclui­dos en esta lista están muy lejos de abarcar la totalidad de la abundante producción editorial a nivel mundial que en su visión pudiera afec­tar a cualquier conciencia religiosa. Pensemos también que novelas como La ú/tima tentación de Cristo (1953) de Nikos Kazantzatás -tam­bién incluida en la lista del Opus Dei con nivel seis- y Los versos satánicos de Salman Rus-hdie -clasificada en el nivel cuatro de la lis­ta- despertaron polémica entre los creyentes cristianos y musulmanes respectivamente, el primero convirtiéndose en una adaptación cinematográfica; y pese a las amenazas de muerte contra el autor del segundo, su estatus como celebridad literaria es indiscutible.



Bibliomancia
Existen libros cuya particularidad los con­vierte en raros fenómenos bibliotecarios. El ejemplo más citado es el llamado Manuscrito Voynich, cuyo lenguaje indescifrable ha sido objeto de numerosos estudios; investigacio­nes recientes han revelado que el supuesto idioma críptico en el que está escrito bien pudo ser fabricado intencionalmente, a ma­nera de un elaborado fraude para embaucar anticuarios. Su aura misteriosa sin embargo, ha persistido, y ha dado pie a ciertas teorías de conspiración esotéricas sin fundamento.
Pero en esta línea fraudulenta tenemos un gran ejemplo en el Catálogo de la colec­ción biblioaráfica del conde Fortsas, aue en 1840 se distribuyó entre los coleccionis­tas de Europa para ofrecer en subasta 52 ejemplares incunables y ediciones únicas, considerados como auténticas joyas; no obstante, cuando llegó la fecha del even­to los numerosos asistentes no pudieron encontrar la dirección del sitio donde se llevaría a cabo y eventualmente descu­brieron que todo había sido una broma del anticuario Renier Hubert Ghislain Chalón (1802-1889), y que los libros no existían físicamente.
Ante la lenta pero progresiva desapari­ción de las ediciones en papel, aunado a la disminución de lectores, los libros en­frentan un futuro incierto. Si bien el for­mato digital ha tomado el relevo, pocas obras o contenidos pueden ser conside­rados hoy como realmente subversivos o desafiantes.



Balbuceos
Codex Rohonczi
Anónimo
Un códice, palabra del latín codex, 'libro manuscrito', es una colección de docu­mentos manuscritos encuadernados. El llamado Codex Rohonczi es quizá uno de los más conocidos dentro de la clasificación de libros misteriosos pues está escrito en una len­gua desconocida -lo colocamos en el mismo nivel que el enigmático y posiblemente fraudu­lento Manuscrito Voym'ch- cuya traducción ha sido prácticamente imposible. Donado en 1838 a la Academia de Ciencias de Hungría por el conde Gusztáv Batthyány, recibe su nombre de la zona al norte de aquel país donde supuesta­mente fue encontrado; sin embargo, se sospe­cha que este libro está asociado con el infame anticuario húngaro Samuel Literáti Nemes (1796-1842), responsable de varias falsifica­ciones que datan de la década de 1830. El libro consta de 448 páginas y 90 ilustraciones que describen pasajes cotidianos en el campo civil y militar adornado cada uno con símbolos que se presume podrían ser letras, y que expertos aseguran es un híbrido entre ideogramas chi­nos, jeroglíficos sumerios y la antigua escritura Brahmi, de la península Indostánica.



Bibliomancia
Libros sibilinos
Sibila de Cumas
Aunque tienen su origen en la mitologia griega, lo cierto es que hay testimonios de la existencia de los llamados Libros sibilinos, desde Cicerón hasta San Agustín. La leyenda dice que una mujer oriunda de Eritrea -ciudad en la costa oeste de Turquía-, conocida como Sibila de Cumas, tenía en su poder nueve libros que podían ser consultados para realizar pro­fecías, y que ofreció en venta al rey romano Tarquinio el Soberbio. Al negarse este a pagar el precio, Sibila fue destruyéndolos con cada oferta hasta que quedaron solamente tres, que fueron comprados al precio de los nueve originales. Conservados en el templo dedi­cado a Júpiter, eran consultados para realizar pronósticos sobre la suerte del Imperio hasta que los originales fueron consumidos por el fuego en 83 a. C. Las copias que permane­cieron fueron destruidas en el año 405 por el general romano Estilicón cuando supo que vaticinaban su caída en desgracia. Al parecer no existen ediciones sobrevivientes, aunque no se descarta que puedan encontrarse per­didas en alguna biblioteca o colección privada.

 

Sin descanso en paz
De masticatíone mortuorum
Michél Ranft, 1725
Todo se originó en la histeria colectiva por lí supuesta aparición de vampiros ocurrida en una región rural de Hungría en 1725. Aunque no era la primera vez que sucedía, el caso fue bastante publicitado en su época, por lo que el pastor luterano Michél Ranft decidió investigar de modo racional lo ocurrido. Un año después pu­blicó De masticatione mortuorum in tumulis (De la masticación de los muertos en sus tumbas), uno de los primeros tratados sobre vampirismo, donde hace un recuento de las creencias sobre la vida de ultratumba de los cadáveres y menciona que estos pueden llegar a comerse a sí mismos para saciar un apetito sobrenatural; de acuerdo con la tradición oral, si uno caminaba de noche por los cementerios podía escuchar el ruido de la masticación de los cuerpos. Aunque el trabajo tenía intenciones científicas, en el cual cita otros casos, sus conclusiones no se basan en la ex­perimentación sino en su intuición. Ranft estaba convencido de que el vampi­rismo era un fe­nómeno natural y psicológico, y la necrofagia un mero síntoma. Algunas biblio­tecas europeas conservan copias de esta peculiar disertación, es­crita en latín.

 

Contra la fe
Jesucristo liberador
Jon Sobrino, 1991
Desde 2007, el sacerdote jesuíta español Jon Sobrino no puede dar clases en seminarios de la Iglesia católica debido a la publicación de sus libros de ensayos Jesucristo liberador: lectura histórico-teotógica de Jesús de Nazarety La fe en Jesucristo: ensayo desde las víctimas. Esto porque en opinión del Vaticano su lec­tura "puede derivar en un daño grave para los fieles". La crítica se debe a que en tales escritos básicamente se hace una inspección a la naturaleza humana de Jesucristo, situa­ción que recuerda el argumento de la novela La última tentación de Cristo (1953).

 

Los tres amigos
Tratado de los tres impostores
Anónimo
Una leyenda que recorrió Europa fue la existencia de un libro maldito llamado De tribus impostoribus (El tratado de los tres impostores); todos conocían al amigo de un amigo que conocía a su vez a alguien que lo tuvo en su biblioteca. Este texto supuestamente negaba las tres religiones abrahámicas, el cristianismo, ju­daismo e Islam, y llamaba 'impostores' a sus tres representantes simbólicos, Jesucristo, Moisés y Mahoma. Por ello mismo fue un libro bastante bus­cado entre los siglos XI y XVIII, y se le atribuían los más diversos autores, especialmente científicos y personajes ilustrados, para desprestigiarlos. Fue tal su alcance que incluso Voltaire publicó una carta al supuesto autor, en tono satírico, Építre á l'Auteur du Livre des Trois Imposteurs, en la que escribió una de sus citas más famosas: "Si Dios no existiera, habría que inventarlo".

 

Hágalo usted mismo
El libro de cocina del anarquista
William Powell, 1971

El estadounidense William Powell no estaba de acuerdo con la Guerra de Vietnam, por lo que en 1971, a sus 19 años, descargó su enojo escribiendo un libro titulado The Anarchist Cookbook (El libro de cocina del anarquista), donde detallaba técnicas de resistencia civil asi como instrucciones para engañar y sabotear al sistema político y social. En sus páginas describe el armado de bombas caseras, cómo hacer llamadas de larga distancia sin costo, métodos de espionaje, etcétera, demostrando que cualquier persona motivada es capaz de desafiar las normas convencionales. De este modo, se convirtió en uno de los libros más populares del underground estadounidense. Hoy día, aunque es relativamente sencillo hacerse de una copia, su sola posesión es causal de sospecha para las autoridades policiales en Estados Unidos y Reino Unido.

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